martes, 3 de junio de 2008

And then ... and then (anyway, I cannot crawl to the horizon now)

"Entonces y allí será la última hora de esta mi juventud transcurrida sin goces. Habrá ido a experimentar en la ciudad extraña y septentrional la amargura de su despedida y el desconsuelo de su eterno abandono. Para sufrir el ocaso de la juventud ya estaré preparado por la partida de muchas ilusiones y el desvanecimiento de muchas esperanzas. En mi memoria dolerá el recuerdo de imposibles afectos y en mi espíritu pesará el cansancio de vencidos anhelos. Y ya no aspiraré a más: habré adaptado mis ojos al feo mundo, y cerrado mi puerta a la humanidad enemiga. Mi mansión será para otros impenetrable roca y para mí firme cárcel. Estoico orgullo, horrenda soledad habré alcanzado. En torno de mi frente flotarán los cabellos grises, grises cual la ceniza de huérfanos hogares."

José Ramos Sucre -Entonces-


Tuve un sueño muy largo, tan largo que promete seguir esta noche y darme adelantos durante la tarde. No recuerdo nada de él, como de ninguna otra cosa. Necesito hacer repasos constantemente. Mientras tanto van quedando atrás todas las cosas que esperaba para el futuro.

Tuve algunos problemas con la maligna Academia. Estuve a punto de decir "nada que no se solucione fácilmente" como si estuviera hablando con mi madre, pero la verdad es que, como estos problemas obedecen más que a negligencias mías a una serie de bromas siniestras de la providencia, no puedo esperar más que nuevas e inminentes maneras de burlarse mi en el futuro.

En La Plata no se ve el horizonte. Pero las grandes torres que lo ocultan nos demuestran que todavía hay departamentos para alquilar, por ejemplo.

Departamentos por horizontes, un trueque justo.

Pienso en un lugar donde haga frío, donde se me hielen los huesos y sienta un dolor digno de ser dolido. Pienso, también, en lugares donde sienta hambres inverosímiles, hambre de piedras y de barro, como dice Rimbaud.
Sueño con una costa rocosa, con un fjörd amarillo, ocre al sol, azul por la noche, y con una caverna donde ocultarme. Son segundos de pensamientos, apenas segundo y nunca olvido los campos de girasol. Campos de girasol y problemas académicos: la ausencia de unas cosas, la presencia de otras, todo ha sido mi culpa.

El techo de mi habitación se niega a ser arreglado y, cómo las lluvias parecen no haberlo afectado esta última vez, me ha dicho que lo postergara, quien sabe, algunos meses más. "Hasta que salgan juncos en tu inmundo piso de madera", me dijo.

En fin, debajo de una ducha caliente la vida se siente más tranquila: lástima que aquí las duchas salgan apenas tibias y uno no pueda estar todo el día duchándose.


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