miércoles, 4 de junio de 2008

Feindseligkeit















"Lo sublime emociona, lo bello encanta. Lo sublime terrible, cuando se produce fuera de lo natural, se convierte en fantástico."

Immanuel Kant

-Historia universal de la naturaleza y teoría del cielo.

Una vez más, me retraigo sobre mis pasos ante los ladridos ridículos de un perro. Los animales, igual que las personas, a veces, fingen ferocidad. Me imagino con una herida en la mano que sostenía el picaporte, producto de una negligente mordida. Imagino un dolor instalado en cualquier parte del cuerpo, por ejemplo el hombro, originado por el susto por el primer eco de las fauces en la penumbra.

Son las nueve menos veinte, me dijo alguien, varias cuadras atrás. Es sábado. No tengo, verdaderamente, mucho más para decir que eso, y que la hostilidad se esconde en cada esquina y tras la puerta de mi casa. Un siciliano, un perro dálmata, un otomano, un gato mal domesticado.

Son las nueve y media. Tengo sed. El agua de toda la ciudad se encuentra detrás de la puerta custodiada por ese Cerberus venido a menos.

Una mordida en la mano que uso siempre, estratégica; una visita a mi habitación, a mitad de la mañana, con una mirada casi humana. La luz que se proyecta sobre la pelambre. La luz que me dice que estoy despierto, que soy olfateado, gruñido en mi propia cama, semidesnudo, cubierto de polvo nocturno.

La maldad es el espíritu de la crítica; la crítica es la clave del progreso; el progreso no tiene clave. La maldad es la clave.

Son las diez menos veinte.

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