jueves, 5 de junio de 2008

Domus Dei


"Hic est Domus Dei et Porta Coeli"

-Inscripción en el portal de la Catedral de La Plata-


"Cathedral of La Plata, the largest neo-gothic church of XX century", dice la tapa de una guía turística exhibida para la venta en la entrada de la catedral. Mi primera intención había sido utilizar el magno templo como refugio ¿de qué? por ejemplo, del dolor que me provoca el sol, cuando este declinando y, especialmente en domingo, descubre la disolución de los paseantes, de los besos que se daba la gente en la plaza Moreno, de los tambores, de las jóvenes que al notar que soy invisible me cortan el paso sin darse cuenta.

Mi imaginación había agotado todas las contrariedades que podrían presentarse dentro de una iglesia, ninguna tenía verdadera importancia. Pero eso fue porque no lo había imaginado todo. Al atravesar la puerta me llegó la solemne gangosidad de un pequeño órgano que acompañaba una voz casi gregoriana. No estaba mal. Pero no tardé en darme cuenta de que el populus estaba reunido, una mínima parte del populus, y de que un cartel indicaba "no circular durante la celebración de la santa misa".

Me hubiera quedado, por curiosidad profana o antropológica, si no me hubiera percatado a tiempo de que la canción era para acompañar la recolección de las ofrendas. Escapé al mismo tiempo que el órgano y la voz se perdían de tono al unísono y la canasta estaba a mitad de camino de mi bolsillo Protestante.

Spes, spes, spes. Ayer era un sujeto casi feliz, que pensaba en la ciencia y en su efecto desintegrador sobre la Humanidad; hoy, al presenciar dos minutos de misa católica, vuelvo a casa habiendo recordado por qué es necesario no tener esperanzas y tratando de no imaginar los efectos que el sermón habrá producido en las almas que se quedaron una hora entera.

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