jueves, 5 de junio de 2008

Cólere divine (Variaciones sobre un asunto sospechoso)










"Percibo una voz que siempre me avisa con antelación lo que tengo intención de hacer, sin embargo nunca me incita"
-Sócrates-

El alba me sorprendió encarnizado con el borde de la mesa que construí hace unos días, tratando de tallar alguna figura vista en algún sueño lovecraftiano, alguna garra incomprensible, alguna gárgola innombrable. Desperté aterrorizado, con un resbaladizo escalpelo en mis manos, rodeado de virutas de madera inerte. Un sol malicioso entraba por la ventana. Una sospechosísima manía se ha hecho visible está mañana.

Pero de alguna manera, eso tiende a explicarlo todo. Las compulsiones son sospechosas; las cosas que tienen explicaciones demasiado automáticas, demasiado a mano, son decididamente sospechosas.

El insomnio es inminente. Los escasos momentos de lucidez los aplaco ejercitando la memoria en el juego de memoria del celular. Todo muy dudoso. Algo que tampoco se entiende es esto: haber enfrentado la mañana de esta manera tan obscena, como si uno no conociera el mensaje vulgar, el tono promiscuo en el que se expresan las mañanas de sábado, con toda esa vida volviendo a sus casas, vomitando, riendo y vomitando y probando que uno es invisible, no transparente, insípidamente invisible.

Temo volver, temo que la garra de mi mesa de tablas recicladas haya cobrado vida y se disponga, como me dispondría yo si fuera ella, a provocarme alguna malvada y sangrienta herida. ¿Qué curiosa amalgama de influencias hay en el mundo circundante de uno para que la obra de las propias manos termine presentándose como una entidad amenazadora, peligrosa y completamente impropia? Recordad esto por si está mañana mi mesa me ataca y se enseñorea de toda la casa.

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