miércoles, 4 de junio de 2008

Dolcestilnovistic confidence (Dante's last effort)

"Bendita la dulcísima porfía de entregarme a ese amor que en mi alma mora, y el arco y las saetas,de que ahora las llagas siento abiertas todavía."

Francesco Petrarca -Bendito sea el año





En la distancia que separa a un hombre de una vereda a otra, en lo que tarda este en cruzar la calle, vi una tarde un sumario de las vulgaridades más típicas bajo la forma fortuita de un joven disfrazado de pescador.

¿Qué motiva a una persona a expresar su odio por los semejantes con epítetos lascivos sobre las paredes de un edificio clásico? Esa misma tarde tuve el impulso de responder que es la vulgaridad y la vanidad y que todo lo que pretende importancia está hecho por alguien que no sabe lo que hace.
Nosotros
andábamos por ahí , junto a los edificios clásicos injuriados, con atuendos, por casualidad, de mendigo. Con manchas de mecánico en los pantalones, uno, con el fijador para el pelo extinto y lleno de polvo, el otro.

¿De quién hablan bien las cosas cuando las cosas deciden hablar? En medio del ataque que puede significar responder a una pregunta improcedente, sentí el vértigo de alguien que traspone el espacio para caer en un planeta ingrávido. “Soy prescindible y no sé amar”, me dije, torpemente, sosteniéndome de la balaustrada pintarrajeada del palacete clásico, “parezco esa imagen dureriana de la Melancolía, con el puño aplacando los zumbidos que atacan el oído, pero debo estar usando el teléfono móvil; soy como todas las personas: versátil y repugnante”. Otros, un día quieren, con fervor, al día siguiente olvidan, al siguiente renuevan el querer, y al siguiente lo extinguen. Beatrice sólo existió en el corazón de Dante. El amor es vulgar, es una oferta, una liquidación, una producción industrial, algo que puede ser producido a escala y desechado en épocas de saturación o de caducidad de la mercancía. ¿Los hechos hablan bien cuando deciden decir algo de quien sabe que somos prescindibles, que nadie vale una migaja, que no hay nadie en el mundo capaz de administrar la confianza dolcestilnovista de uno, pero, aun así, a pesar de eso, es capaz de tener compasión? ¿Hablan bien del que sabe que todo caduca, todo se desvanece algún día, todo se vuelve como una flor de magnolia seca y, sin embargo, se compadece?

La paz sea sobre el entendimiento, deseo, mientras el joven disfrazado de pescador vuelve a cruzar la calle. Nadie es inocente. Todo lo que hacemos es superstición. Los optimistas no saben amar. El mundo, involuntariamente, sin la menor intención, sin que yo mismo quiera que abra su repulsiva boca, habla bien de mí, sentado en algún umbral.

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