miércoles, 4 de junio de 2008

Mediterranean obscure twilight


"ERUDITION, n. Dust shaken out of a book
into an empty skull."

Ambrose Bierce
-Devil' s dictionary-



Por una puerta, que alguien, por torpeza, dejó abierta, se escurría la voz avinagrada de uno de los sicilianos. Era la mañana, una hora inoportuna para escuchar lo que éste decía. Al parecer conversaba con uno de los fenómenos que viven en aquella casa: con la cabra que enseña aritmética o con el diantre cocinero, eso era lo de menos.

El invierno hiperbóreo que había osado usurpar nuestro meridiano se ha derretido y se cuela, rápidamente, por los desaguaderos de la ciudad.

Las calles recuperan su espíritu. Derretirse es el espíritu de las calles; el de la gente, evaporarse.

"Prometeo", decía el hombre mediterráneo, "robó el fuego a los dioses, para los hombres". Se escuchaba cómo el fenómeno asentía. "Por eso, fue castigado", prosiguió eruditamente, "por darles la vida a los hombres". El fenómeno volvió a asentir audiblemente y entonces fruncí el ceño, ausente de la escena, por primera vez.

La gente camina por la ciudad, es mediodía, y antes de llegar a las esquinas se han condensado formando nubes espesas sobre las cabezas de los que todavía no se evaporaron o están refugiados bajo la copa de un árbol sabiendo lo que les pasará cuando salgan.

Cuando abandone mi árbol, el sol me estará esperando y, con él, la certeza de convertirme en nube.

"Uno de los trabajos de Hércules", el siciliano se aprestaba a rematar su lección con un dato trascendente, "fue rescatar a Prometeo de donde los dioses lo tenían encadenado mientras un águila le picaba las tripas". Mi mente hizo como si se apagara, del mismo modo que una lámpara cuando baja la tensión eléctrica. Estaba preparando té. "¡En serio!", exclamó la cabra, el diantre o quien quiera que fuese. "Claro", garantizó el viejo, ebrio. Yo me preguntaba que estaría haciendo Prometeo para los tiempos de Heracles.

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